Jueves
tratando de hacerte aparecer.
Sola en una casa con un belga
al que no le cabió ni un poco
que esté sentada acá.
Miro hacia la puerta.
Ahí va el gato.
De vos, ni noticia.
Empiezo esto cuando me termino el cigarrillo.
Si encuentro la lapicera.
Tengo ganas de tomarme una cerveza.
¿Se la pido?
Ahí viene.
No me animé.
Y el timbre?
Y la monedita contra el vidrio?
Nada.
Me embolo.
Ahora tengo una cerveza
(N. de la E.: venía pensando esa oración desde hacía un rato
pero esperé a tenerla en serio para escribirlo)
me cambió un toque el panorama.
Uy, escucho la llave.
Y no.
Gardel dijo: fumar esperando, bla bla
bla bla bla.
El belga puso música.
Y se fué.
Me dijiste que estás a la vuelta.
Y tengo la determinación
de terminar esto
sólo cuando llegues.
Ya?
No.
Un toque.
Bancá.
Ahí viene.
Va a sonar el timbre.
Ansiedad.
Expectación.
Lo prendo?
Mejor no.
Dale.
Vení.
No suena.
El belga no sabe.
Lo re voy a prender.
A la vuelta?
Posta?
Mmh...
Ya casi.
Al final no lo prendí.
Sigo esperando.
Escribo apurada.
Sonó.