mercredi, novembre 29, 2006

Le matin.

Cabalgar a campo abierto,
hierba fresca,
infinito.






Mismo acto
de describir una sensación:
manos que tiemblan
desde las entrañas.

El universo que sucumbe,
la trinchera que se rinde,
velos que se descorren sobre verdades
y tapan las utopías
que descansan en el piso.

Un dragón dormido
que sueña que escupe fuego.

samedi, novembre 25, 2006

Vampirique

Désirs de la chair,
presque meurtrier
-presque vampirique-

Rechercher sur l'autoroute
noms et intentions,
rechercher dans mes entrailles
un pièce, quelque un.

Avoir besoin de (--avoir envie)

Au-dessus,
tous les jours,
j'emploi ma guele
juste pour cracher-nous
notre saleté
et nous briser
contre le même mur.


Une dernière cigarette
qui me consomme
et l'acccomplit tout.

vendredi, novembre 17, 2006

Tren

El tren está repleto de sujetos inamovibles que se rozan los cuerpos y logran mantenerse intactos. No me jacto de eso, pero yo siento como si perforaran mi piel cada vez que un movimiento del tren nos hace rodar en silencio por todo el vagón. Una faja invisible me presiona el torso y las sienes, hace correr nieve por mi cuello y mis párpados, de repente estoy empapada en sudor viscoso, dejo de pertenecerme, me enajeno. Todo esto, en algún punto, se vuelve incontrolable y mis rodillas no me sostienen. Caigo el piso, simulando intencionalidad.
Es ahí cuando dejo de pertenecer a otro mundo, el mundo de la gente que se sienta en el piso. A este mundo nunca pertenecerán las mujeres con tacoaguja o los hombres con maletín. A este mundo pertenecen otras personas, que cruzan miradas cómplices y desgastes. Los pasajeros que no pertenecen a este mundo (que pertenecen al tren, en cambio, a los que habitamos esta especie de sub-mundo, el tren nos pertenece a nosotros) nos miran desde arriba pero nunca a los ojos, nos miran las nucas, las piernas recogidas, el equipaje en el suelo. Pero nunca a los ojos, ahí se marca la diferencia entre la gente que intenta llevarse -sin éxito, claro- y la gente que se deja llevar.
La tempestad se calma y creo que puedo volver a sostenerme en pie. Una vez que me paro, soy más alta que el resto de los pasajeros, es lo que me da mi condición de pasajera constante --el tren no sólo me transporta en lugares geográficos, yo puedo pertener al sub-mundo y al mundo de la gente que se para con los pies. Me aferro al libro que llevo bajo el brazo como si sólo él pudiera salvarme de mis demonios (reina de las paradojas -siempreevitacasualidades-, la protagonista de este libro se aferra a ellos porque la hacen pertener a un mundo ajeno al que habita) y desciendo tras las puertas que se cierran y se vuelven a abrir --se cierran y se vuelven a abrir.



(Camino a casa:
una puerta que golpea ocasionalmente
y retumba en mis rodillas)

dimanche, novembre 12, 2006

;

Luto
(día tercero)
No visto de negro,
no seco mis ojos;

es una opción,
un respiro
para cuando me canso
de irme yo,

hacer que te vayas vos.