samedi, février 16, 2008

No puedo, es un automatismo absolutamente enervante e incontrolable: no hay forma de que pase el segundo verso de la segunda estrofa sin llorar. En cuanto pasa por mi garganta la B de blind, le sigue una pelota de esa especie de agua salada que debería salir por los ojos pero a mí hasta se me chorrea por los dedos. Eso, y después la cuarta estrofa que es como un cachetazo a la integridad, el pensar en vos llegando con el sol me desarma y ya ni siquiera puedo ver. Lo peor viene una vez que termina, de repente se me hincha la cabeza con imágenes que acarician y patean a la vez, y esa tracción incontenible que me repite al oído que lo único que tengo que hacer es encontrarte, llegar, despertarte, besarte y ahí me voy a despertar yo y te voy a ver, como si fuera la tuya la primer cara que vi en mi vida, completamente ajena pero lo suficientemente cerca como para conseguir sentirla propia, y a fuerza de esas oleadas de armonía corporal y espiritual combinadas después es todo terso, una frazada gigante y que me abrigue hasta el aire que te sale de la boca, a veces vale tanto la pena volverse loca, más allá de que me vuelva loca en serio y después no me quieras más, todo esto vale tanto, todo lo que se hace y lo que se quiere, y no digo que vale la pena porque al final se me resume en que no es pena si trae cosas buenas, y que aunque para vos no signifique lo mismo yo sí estoy enamorada y no es algo que se haga y se deshaga todos los días, porque yo lo siento y me pasa y me sacude aún cuando ponés tu peor cara de culo o te molestás ante un intento de suscitarte ternura, que no es lo que más que quisiera provocarte pero a veces necesito una sonrisa o un beso y es lo único que tengo a mano, hasta en esos momentos se hace ver la línea constante que me cruza el pecho y te atraviesa.